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Piedras de leyenda
Desde el origen, las piedras históricas y las gemas de leyenda han marcado la historia de Van Cleef & Arpels. En 1923, la Maison de Alta Joyería rinde homenaje al espectacular "diamante Príncipe Eduardo de York", un diamante en forma de pera de más de 60 quilates, montado como colgante.
A partir de la década de 1930, la segunda generación de la familia Arpels entra en escena. Claude, Jacques y Pierre, los tres hijos de Julien Arpels y sobrinos de Estelle, continúan la búsqueda de piedras excepcionales. En 1956, Claude regresa de Bombay con "Neela Ranee", más conocido como "Blue Princess". De un azul profundo aterciopelado, este zafiro talla ovalada de 114,30 quilates se convirtió en el colgante de un collar.
Catálogo con el diamante Príncipe Eduardo de York, 1920, archivos Van Cleef & Arpels
Dibujo con un proyecto de collar para el zafiro Blue Princess, circa 1955, archivos Van Cleef & Arpels
Fotografía del diamante Princie rosa, bautizado en nombre del hijo de la Maharaní de Baroda, 1960, archivos Van Cleef & Arpels
Poco tiempo después, otra maravilla competía por la atención de los coleccionistas más exigentes. En 1960, Jacques Arpels regresa de una subasta de Sotheby's en Londres con una genuina rareza: un diamante rosa de 34,64 quilates de las antiguas minas de Golconda, en la India. Para celebrar el acontecimiento, la Maison organiza una fiesta en la boutique de la Plaza Vendôme, con la presencia de la maharaní de Baroda y su hijo: la gema fue bautizada "Princie" en su honor.
En 1971, una nueva piedra se une al legendario diamante rosa: un diamante amarillo de 95 quilates, el "Walska Briolette", conocido por su fascinante forma de gota facetada y por su antigua propietaria, la diva Ganna Walska. Van Cleef & Arpels lo adquiere en una subasta de Sotheby's en Nueva York y lo engasta en un magnífico clip en forma de pájaro, decorado con esmeraldas y un zafiro. El mismo año, la Maison presenta el extraordinario rubí Thibaw, bautizado en honor a su propietario, el rey Thibaw de Birmania. Adquirido por Jacques Arpels, se transforma en una talla cojín de 24,82 quilates, para prestar su volumen y su brillo a un anillo excepcional.