Piedras

Turquesa

Caracterizada por un intenso color azul, la turquesa fue una de las primeras piedras descubiertas en la Antigüedad. Colecciones como Alhambra®, Perlée® y Bouton d’or® declinan la turquesa en delicadas armonías de colores, realzadas por el oro blanco y el oro amarillo. El tono azul turquesa también realza las creaciones de Alta Joyería de la Maison, en perfecta sintonía con las piedras preciosas.

    Turquesa talla cabujón positionada en el diseño gouaché del clip Paons, Van Cleef & Arpels

    Turquesa talla cabujón posicionada en el diseño gouaché del clip Paons

Símbolo de prosperidad, fue apreciada tanto por los faraones egipcios como la civilización azteca.

La turquesa fue introducida en Europa durante el Renacimiento: importada desde Turquía, llegó a ser conocida como "piedra turca". Símbolo de prosperidad, fue apreciada tanto por los faraones egipcios como la civilización azteca, que lo utilizaba para adornar joyas, objetos religiosos y grandes sellos. En Europa, la turquesa se ofrece como signo de devoción, debido a su color que evoca la flor nomeolvides, una planta que representa el amor y el recuerdo.

Para sus creaciones, Van Cleef & Arpels selecciona turquesas de América Central y del Sur por su tono azul celeste perfectamente consistente. Debido a su naturaleza y su composición química, el color de las turquesas puede variar con el paso del tiempo o a causa de la exposición a la acidez y el calor.

 

Para evitar tales alteraciones, Van Cleef & Arpels adquiere piedras que han sido sometidas a un proceso de estabilización en estado bruto para preservar su tonalidad natural.

 

 

Es natural que el color de la turquesa varíe ligeramente con los años. Van Cleef & Arpels le informa de algunos aspectos a tener en cuenta para preservar la belleza de la gema.

La exposición al sol y a la luz directa pueden deshidratar la turquesa y hacer que verdee. En consecuencia, la Maison le recomienda que preserve sus joyas con turquesas guardándolas en un estuche cerrado.

Este mineral, procedente de entornos secos y áridos, puede absorber líquidos y productos químicos (agua, jabón, crema) capaces de alterar su color. Evite que entre en contacto directo con perfume, loción y gel hidroalcohólico.

La acidez de la transpiración puede afectar a la turquesa, por lo que le recomendamos que se la quite antes de iniciar cualquier práctica deportiva.

Puede limpiar la turquesa con agua jabonosa y un cepillo suave. A continuación, séquela bien con un paño suave y seco.